Las siguientes reflexiones han surgido a raíz de ser invitada al IV Foro de Mujeres Líderes, celebrado en Costa Rica el pasado 26 de febrero, cuya retransmisión, que se realizó en directo, podéis visionar aquí: IV Foro de Mujeres Líderes
Al colaborar con esta interesante iniciativa y en relación al diálogo mantenido con grandes mujeres – diálogo VII, desde las 8.08 hasta las 9.26 – me planteo la siguiente hipótesis: si unimos el estilo de liderazgo femenino actual a la docencia, seremos capaces de aportar nuestra fórmula: empatía+ consecución de resultados. Y a través de redes de liderazgo femenino podemos contribuir al apasionante ámbito de la docencia, que tantos cambios está experimentando.
Porque creo que las profesoras del futuro serán líderes, estarán formadas en mentoring y serán verdaderas entrenadoras de sus materias. Dichas líderes no serán necesariamente mejores que los hombres, aunque sí serán capaces de unir sus capacidades a las de ellos para conseguir un mundo mejor.
Ahora, el resumen de mis reflexiones:
Cuando pienso en un profesor o profesora que me inspiran recuerdo a mi abuelo de forma muy especial. Fue un maestro de escuela vocacional y defendía que
«Si quieres ser un gran profesor o profesora, has de aprender a sentir amor por tus alumnos».
Su fórmula pedagógica consistía en el rigor y el cariño, exigía esfuerzo y sin embargo fue siempre muy querido. Y lo más importante, sus alumnos aprendían.
Mi otra profesional de referencia en el mundo de la educación es mi hija, también maestra, quien – como nativa digital- dos generaciones después domina a la perfección las herramientas pedagógicas online y aporta grandes dosis de dinamismo y frescura a sus clases.
Y aquí estamos nosotras, las docentes de la generación baby boom experimentando un cambio radical en la educación, acelerado, en gran parte, por este contexto internacional de incertidumbre actual.
La adaptación al cambio es una constante en la vida, sin embargo durante el último año nos hemos adaptado rápidamente a nuevas herramientas pedagógicas que nos permitan formar a través de una cámara. Porque el futuro se acelera y se hace presente.
Maya Angelou, una de mis poetas preferidas, decía:
He aprendido que todavía tengo mucho que aprender
Y esta es, efectivamente, mi primera conclusión desde el pasado marzo.
Es cierto que algunas universidades prestigiosas fueron pioneras hace años en la docencia online o dual. Sin embargo, algunos expertos nos indican que este cambio puede conllevar un riesgo: perder la conexión con las personas.
En cualquier caso, creo que la esencia de la educación no ha cambiado. Tenemos más tecnología, infinitos recursos de información -e incluso infoxicación- . En este contexto, me planteo:
- ¿Somos capaces de convertir la teoría y los datos en conocimiento?
- Por otra parte, ¿es capaz el alumnado de prestar la misma atención que antes?
- En definitiva, ¿somos todos capaces de contestar a la gran pregunta que todos ellos se hacen hoy en día?
¿Para qué me sirve?
Recientes estudios pedagógicos nos muestran la idoneidad de emplear la gamificación. Efectivamente funciona y aún así yo me pregunto, ¿Cómo evitar que los alumnos piensen que no es preciso aprender conceptos clave? ¿Se está abusando de estos recursos tecnológicos? Por lo tanto,
Sí a la diversión, a la agilidad, al dinamismo, al humor.
No a la falta de planificación y perseverancia en el aprendizaje.
En mi opinión los alumnos precisan de conversaciones (grupales e individuales) como garantía para la posterior integración de contenidos para que, finalmente, pudieran asegurar: lo aprendido me sirve para…
Probablemente uno de nuestros próximos retos en educación universitaria es continuar aproximando el mundo académico a la realidad cultural y económica de nuestra zona o país. Quizá deberíamos encontrar el para qué de estas tareas, la conexión de lo aprendido con la realidad social.
Por otra parte, a lo largo de mi experiencia docente he observado que, salvo algunas excepciones, el alumnado tiende a sentirse inseguro al exponer sus trabajos en público y esta sensación se vive con mayor intensidad en el colectivo de alumnas. Así me lo hacen saber en privado. Surge entonces la necesidad de reforzar las destrezas de comunicación, clave para su futuro laboral.
Os animo a dedicaros a la formación, pues aunque complejo, es un trabajo apasionante. Eso sí, para conseguir esta meta considero indispensable que tú, mujer, seas auténtica, que profundices en el autoconocimiento y las estrategias de comunicación, para que puedas disfrutar plenamente mientras compartes con tus alumnos el conocimiento y les abres nuevas vías de aprendizaje.
Fomentemos no sólo el critical thinking, sino también el creative thinking y uno de mis preferidos, el artistic thinking. Al fin y al cabo, como humanos necesitamos sentir emociones y compartirlas. Y muchas revoluciones se ganaron a través de la pluma y de los pinceles.
Sigamos a universidades pioneras que fomentan programas paralelos de mentoría, como https://womensleadership.stanford.edu/ un lab de igualdad de género en la Universidad de Stanford.
Deseo que las profesoras del futuro sean líderes y se formen en técnicas de mentoring. Conseguirán influir en la construcción de un mundo mejor. Dotemos a las mujeres de todas las armas educativas que precisan para expresarse. Juntas podemos aportar nuestra granito de arena.
Creo en aprender y enseñar como procesos optimistas y en cierto modo revolucionarios, que nos permitan conversar, cambiar, mejorar, apasionarnos. Porque, como muy bien expresó la antropóloga y profesora Jane Goodall,
Lo que haces marca la diferencia.
Related Posts
abril 30, 2022
Mujeres que inspiran (5): entrevista a Carmen Mateo Ortiz.
Hoy os presento a Carmen Mateo Ortiz.…